Cuando la niña era niña no sabía que existía la muerte. Hoy la sabe presente y compañera.
Cuando la niña era niña saltaba sobre la cama y no se preocupaba de resortes ni de articulaciones. Hoy no salta sin ponderar las consecuencias.
Cuando la niña era niña imaginaba que la vida no era más que un sueño. Hoy sabe que la vida es real pero se permite soñar.
Cuando la niña era niña disfrutaba del aroma del cempásuchil, la calabaza en tacha y el copal, solo que entonces llegaba al altar en manos de su abuela.
Cuando la niña era niña veía dos películas seguidas en permanencia voluntaria y siempre sin pasar por la dulcería. Ahora ve mil veces la misma sin volutad en su permanencia.
Cuando la niña era niña, su hermana también lo era, una niña de trenzas largas y rodillas llenas de raspones. Hoy ninguna de las dos es niña, pero siguen siendo compañeras.
Cuando la niña era niña creía que su padre era invencible y que su madre nunca se cansaba. Hoy los reconoce humanos.
Cuando la niña era niña amaba a su madre y a su padre y aún es así.
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