Yo brincando la reata y con el silabario de Galván en la mano, y mi abuela desde la cocina me preguntaba ya sabes las letras que te dije que aprendieras? Y riendo y brincando le contestaba, si abuelita, la vaca hace mmmmm, el sordo eeeeeee, la serpiente sssss y seguía riendo brincando y aprendiendo.
Los años iban pasando al mismo tiempo que mis ojos recorrían las páginas de las mil y una noches, de los cuentos de hadas rusas, italianas, alemanas y en mi cabeza los gnomos se encondían en el bosque encantado, los enanos lloraban por Blancanieves, el príncipe se casaba con la cenicienta y vivían felices para siempre. Después vino a visitarme el Conde de Luna y Ruy Díaz de Vivar, los piratas de Salgari, el pirata negro, el rojo, el verde. También vinieron los dioses antiguos griegos y romanos, Pericles, Orestes.
Mi libro de cabecera el tesoro de la juventud con el capítulo del libro de narraciones interesantes, las tardes se pasaban leyéndole a mi abuela algún cuento.
Con el tiempo siguieron las aventuras de los mosqueteros, los Pardaillan, las cruzadas y seguí leyendo…pasó junto a mi Gamow con una estrella llamada sol, Triptofanito y la bella Lisina.
Y así siguieron desfilando por mi mente todos aquellos recuerdos felices que me proporcionó el pasar hoja a hoja un libro que me contaba una historia o un cuento.
Ilustración: Fotografía de Gaelle Marcel en Unsplash
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