Arrepentimiento: cambio de mente,
Cambio de perspectiva
El arrepentimiento, aunque debiera serlo, a veces no es muy favorecedor de cambio porque se plantea como algo insalvable, algo que ya pasó y no lo puedo modificar. Lo que sí me parece importante es reconocer el hecho y pensar lo que hubiera podido hacer y aprender de esa situación, por ello, me arrepiento de pocas cosas porque de mis errores he obtenido un beneficio, he aprendido y he buscado el cambio.
Pero ¿de qué sí me arrepiento? De cosas simples, de aspectos no tan trascendentes, por ejemplo: de no haber aprendido a hablar inglés porque nunca pensé que mis nietos, en su totalidad. lograría ese idioma como su segunda lengua y no los puedo acompañar, pero ahorita ni de chiste me metería en el embrollo de aprenderlo, eso me hace deducir que no estoy tan arrepentida, si fuera así haría el esfuerzo y ya dije no.
Me arrepiento de haber usado el dinero en cantidad de tonterías inútiles que ahora que son tantas, probablemente a nadie le interesen, y si no las tuviera, mi cuenta bancaría sería más abundante, sin embargo, no los desecho porque me dieron y me sigue dando alegría tenerlos, así que como se ve, no estoy tan arrepentida porque sigo invirtiendo en tonterías.
No me gusta sentirme arrepentida porque eso da un sentimiento de culpabilidad y ¿para qué me serviría la culpa? Mejor veo lo que sí tengo, lo agradezco y reconozco lo que de verdad quiero hacer: cuidar la relación y el cariño de las personas que conforman mi pequeño mundo, haciéndolo de manera espontánea, sin poner condición. Sé que es difícil, pero no hacerlo, eso sí me haría sentirme arrepentida y no quiero experimentarlo.
Y si el arrepentimiento es cambio de mente y cambio de perspectiva, mejor lo hago de una vez, sin pasar por la culpa de sentirme arrepentida y realizo lo que de verdad tiene sentido hacer. Esa es mi perspectiva.
Ilustración: fotografía de Chris Lawton en Unsplash
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