Ir al cine hacia los años cincuenta, era una actividad de mis abuelos, mis papás no se interesaban por asistir.
Todos los sábados, por la tarde, y con la única invitada, mi hermana Maluz, ellos se iban felices a ver la película de moda; nosotras, las menores moríamos de ganas por ir, pero no nos llevaban, solo de vez en cuando, nos incluían en aquellas salidas al cine.
Lo que el Viento se Llevó, asombroso, era muy, muy larga, no, no es para niños, ni modo; se quedan, Siempre te he querido, mi abuelita la vio catorce veces, le fascinaba Rachmaninov.
El tiempo pasó y pudimos ir al cine Gloria, una función de tres películas por cuatro pesos… y así empecé a coleccionar recuerdos de aquel cine, de aquellas películas que me llevaban al mundo irreal de los años cincuenta. El cine, que buena diversión.
Surgió el Cinemascope, una inmensa pantalla, de lado a lado, en la que se plasmaba la vida del Hollywood de ese tiempo: la familia perfecta, la casa perfecta, el amor sostenido, los hijos cuidados, la elegancia, el glamour, la cinturita de las actrices, la galanura de los actores. Ivanhoe, Scaramouche, El Espectáculo más Grande del Mundo, Siete Novias para Siete Hermanos y tantas otras. Después vino el cine español: Juana la Loca, Violetas Imperiales, Agustina de Aragón, La Hermana San Sulpicio, Marcelino Pan y Vino… En una pantalla, otras vidas, otros lugares, lo desconocido dejaba de serlo porque se acercaba.
Pero en esta historia de mi aprecio por las películas, lo más hermoso fue ver por la televisión, las mexicanas: Jorge Negrete con Me he de Comer esa Tuna que vi como cien veces, Jalisco Canta en Sevilla, Hasta que Perdió Jalisco, Cuando quiere un mexicano, Ay Jalisco no te Rajes… No, claro, cómo se iba a rajar si la mirada del país estaba centrada allí, y no solo por estas películas sino también por las Chivas Rayadas del Guadalajara, el equipo campeón de entonces.
Sí, en la televisión aprendí a emocionarme con El Peñón de las Ánimas, Carta de Amor y ese charro cantor que se convirtió en mi ídolo, pero, oh tragedia, después de cantar México Lindo y Querido, se muere, y no solo se muere, sino que lo hace en Los Ángeles Cal. ¿Cómo va a ser? Primera muerte cercana, aunque él nunca supo de mi existencia, yo lo tuve y, no lo creerán, lo tengo en mi corazón.
Después vinieron otras producciones que me conmovieron: todas las películas con temas de la Segunda Guerra Mundial, hasta la Novicia Rebelde, película para verla en un día de lluvia. Ahora pongo mi aparatito para recrearme, no solo en la trama, sino en esa historia que de verdad fue de película.
Recordé Cinema Paradiso, ese cine que, al paso del tiempo, se tiene que cerrar y después se tiene que derrumbar, cuando había sido el centro de la vida en ese pequeño pueblito italiano.
La temática y las salas de cine han cambiado, ahora, además de ver la película, le gente va a comer allí.
Todo pasa, todo cambia… pero el cine sigue siendo una gran diversión, impensable prescindir de él.
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