No, no piensen que es la sinfonía de Beethoven, lo que pasa es que cumplí 90 años, lo que quiere decir la novena década de mi vida y estoy un poco desorientada, ya se me olvidan mucho las cosas.
Cuento:
La abuela estaba desesperada, se sentía igual que siempre, pero cuando quiso empezar a escribir un cuento notó que su cabeza estaba vacía de ideas, veía sus manos a ver si ellas podían ayudar, pero nada, ni sus ojos. No encontraba ninguna palabra, ni tampoco letras; se habían escondido.
Triste, se sentó a llorar en su sillón, puso en Spotify la marcha fúnebre y así, con una lágrima atravesada en una pestaña, al dirigir la mirada al suelo vio algo muy raro abajo del escritorio.
Mmm… Parecía una letra, luego más adelante una palabra y así fue encontrando en el suelo muchas letras y palabras. Trajo una fina escoba y un recogedor nuevo y empezó a barrer las letras y las palabras; estaba feliz, ya iba a poder escribir un cuento.
Cuando logró juntarlas, las limpió y sacudió; estaban brillantes como nuevas, sonrientes y dispuestas a acomodarse a cooperar y escribir un hermoso cuento.
La abuela fue a la cocina y se sirvió una rica sopa de letras. A la orilla del plato quedó escrito: FIN.
Ilustración: Fotografía de PoloX Hernández en Unsplash
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