
Para nivelar la balanza.
Mi abuelo era una amalgama de sabiduría y cariño
Cuando mis hermanos y yo, necesitamos una luz en el camino tan difícil que se nos presentaba, allí estuvo con su sencillez, contando sus aventuras infantiles.
Después de salir de trabajar los viernes, venía a vernos, nunca faltó nuestro domingo, veinte centavos y la compra del dulce que más nos gustaba.
Las tardes con su presencia volaban envueltas en colores y tijeras para recortar muñequitos; pero todo tenía un tiempo y la noche se acercaba y él tenía que despedirse dándonos la bendición al estilo antiguo y un beso que nos duraría toda la semana. Hasta el próximo viernes y la figura del elegante caballero de ojos azules, se iba caminando lentamente hasta desaparecer en el recodo de la esquina.
Buen viaje abuelito.
Ilustración: Fotografía de Gianluca Carenza en Unplash
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