El mar
Puede ser el mar porque mis corrientes, en momentos se confrontan y me mueven de un lugar a otro.
Puede ser el mar porque en mi interior existen seres desconocidos, esos pensamientos que ni siquiera he visto todavía aparecer.
Puede ser el mar porque, seguramente, quien se ha acercado a contemplarme, ha visto distintos momentos de mi marejada: la tranquilidad y paz que en algunos momentos he comunicado o la tormenta aterradora que otros contemplaron.
Puede ser el mar porque creo que tengo el infinito, aunque al tener principio y fin, esto parezca un imposible.
Puede ser el mar porque despierto con el sol o retumbo con la luna y puede ser el mar porque no soy la arena…
Puede ser el mar porque guardo tesoros que otros perdieron, o tal vez los que me antecedieron los dejaron, al fin ellos contribuyeron a hacer el mar que ahora soy.
La montaña
Puede ser la montaña porque surgí del centro de la Tierra y me elevé hasta donde mi fuerza me ha permitido llegar. Al irrumpir del centro, me convertí en paisaje, que ya contaba con otras alturas similares; me uní a ellas y me convertí en cordillera, capaz de detener al viento y al agua…
Puede ser la montaña, difícil de escalar porque me muestro con la fiereza del contraste entre el Cielo y la Tierra.
Puede ser la montaña porque a ambos, cielo y tierra, a quienes pertenezco, por abrigar a una y por reflexionar acerca del otro.
Puede ser la montaña unida como cordillera porque no estoy sola, porque me engrandecen quienes, como montañas de anterior formación, me anteceden, mis ancestros y dan el sentido a las que me suceden, mis descendientes. Sin embargo, no me pierdo porque me defino con la altura a la cual estoy destinada, no más allá. Por todo ello soy una montaña identificada…
La casa
Puede ser la casa donde se albergan mis amores, donde llegan los seres amados que me pertenecen, porque son los que dejo que aquí entren, que aquí despierten, que aquí duerman y que se alimenten. Tengo una entrada que acoge agradable al visitante. Tengo una mesa en la que esas viandas, a veces regulares, otras exquisitas, fueron elaboradas en la cocina, en la que, para asombro de todos, nunca se cocinaron con ajos ni cebollas, para darle la validez a los consejos del Quijote a Sancho Panza; No comas ajos ni cebollas para que no salga por el olor tu villanería.
Puede ser la casa con habitaciones que se procuran cómodas para el descanso inminente, para recuperar las fuerzas de esos habitantes que vienen a ella como morada.
Puede ser la casa que retiene recuerdos de tiempos alegres, cuando llamando a los amigos, se vuelve baile, canciones y reflexiones.
Puede ser la casa porque en ella se resguardan y se reviven las penas que, a veces, en otro lado, fácilmente se ocultan o disimulan.
Bendita soy como casa porque además soy hogar caliente y acogedor para todo aquel que llega a contemplar la vida que hay entre sus paredes.
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