Sombra - Carmina Hernández Encarnación
- Carmina Hernández Encarnación
- Jun 6
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Para Sombra y Doña Blanca.

Doña Blanca era una dulce mujer, amadora de las mascotas. Generalmente tenía: gatos, perros hasta conejos. Un buen día su esposo trajo consigo un juguetón cachorro negro, negro como la noche, le llamaron “Sombra”.
El nombre le quedo ni pintado. En su sacrosanto hogar era todo un personaje; era leal, cuidaba de los chicos, los encaminaba a la puerta de la escuela que serían unas ocho cuadras, a unos y a otros un poco más cerca, le gustaba ir por delante, con su alegre andar.
Ya que los perdía de vista, se regresaba con el mismo garbo de haber cumplido con su deber de cuidar a los hijos de doña Blanca, esperaba el tiempo necesario, para regresar por ellos, parecía que usaba reloj, era bien puntual, el canijo Sombra.
Ya estando todos en casa, Sombra se echaba a la entrada a vigilar que nadie se atreviera a entrar o siquiera a pasar por enfrente de la casa, era bárbaro, ladraba hasta que lograba que desaparecieran de su aguda vista.
En el día Sombra se encontraba ocupado en sus deberes de llevar y traer a los chicos de Doña Blanca, pero en la noche –uy– ni Dios lo mande señores, ese sombra si, que espantaba al mas plantado, nada lo asustaba, ni las patadas voladoras o bolsazos.
Entre más lo azuzaban, más terco se ponía, enseñaba sus blancos dientes y colmillos, de esa boquita negrita linda. Ladre y ladre cerca ya, darte el mordisco, –ay nanita–“ suuu-suuu, sáquese! ¡bendito Dios! dando vuelta a la esquina se terminaba el tormento.
Dejaba de ser su dominio, -gracias a Dios-. Al regreso a sudar tinta, si venían de a varios, se hacían bolita para que el canijo perro los dejara pasar, pero si venias de a solapa, pus pus, ¡Sombrita, por tu madrecita santa!
Ilustración: Fotografía de freddie Marriage en Usplash
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