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Los recuerdos detonados desde el presente - Marichoni

La memoria, álbum inapreciable

de recuerdos que adquieren

vida, siempre que surgen.




 

    Se dice que el que recuerda el pasado, lo hace desde el presente y lo proyecta al futuro.


    Tal vez por ello, los recuerdos no pertenecen solo al pasado, en el presente los detona cualquier estímulo: una imagen, una fotografía, una canción, una palabra, una experiencia y hacen que nuestra memoria, saque de su archivo el momento aquel que, por agradable o, tal vez repulsivo, fue guardado y aparentemente olvidado.


    Siempre se ha dicho que los niños no acuden a los recuerdos porque están muy ocupados construyendo esas experiencias que, posteriormente serán sus recuerdos: jugar, vivir al día y sentir que solo hay presente es su ocupación del momento.


    También se dice que los jóvenes no echan mano de sus recuerdos porque están muy ocupados viviendo en su presente la realidad del amor, creando su fuente de trabajo y proyectando su futuro, con sueños que creen alcanzables y no hay tiempo para recordar experiencias del pasado.


    Cuando la vida se llena de responsabilidades, de trabajo, de elección de pareja, cuando se tiene que pagar por casa y comida, cuando no se duerme bien porque alguno de los hijos está enfermo, cuando el cansancio del día hace irse a la cama y dormir a pierna suelta, tampoco es tiempo de recuerdos.


    Tal vez por ello, cuando las décadas de la vida se cuentan por muchas, y la vida se ha asentado de tal manera que se acepta el presente con la sencillez de lo ya logrado, es cuando los recuerdos cobran vida y se hacen presentes, se organizan cronológicamente, se resignifican, se seleccionan, se entretejen  y se confrontan con el momento actual del presente, porque en ese tiempo ya se ha relativizado lo que un día fueron sueños y anhelos y no se alcanzaron y se acepta lo que sí se pudo lograr.

 

  Es entonces cuando vienen a la mente los recuerdos, esos años de infancia, de complicidad entre hermanos y primos en los que eran ellos mismos  los policías y ladrones del momento, ellos que a veces eran los trapecistas o los bailarines para ese circo casero o los campeones de fútbol o de frontón que se coronaban frente a los tres o cuatro chiquillos que se hallaban en el patio de juegos, que rompían la ropa y las rodillas y ambas, ropa y rodillas,  se remendaban y no pasaba nada, que se mostraban entre ellos  las calificaciones obtenidas con el orgullo o la vergüenza de los resultados, que se emocionaban con la oportunidad de una tarde de cine o de un paseo en bicicleta por el parque.


    O, ya jovencitos, se platicaban. con mariposas en el estómago, sobre el niño o la niña que empezaba a provocar sueños de amor y esperanza, de la película en la que los protagonistas vivían lo que se deseaba que fuera la propia vida, tiempo de juventud en el que el sonido del teléfono hacía latir el corazón con mayor rapidez porque anunciaba la llamada de aquel amor en el que se habían puesto todas las ilusiones, tiempos de planear, de imaginar, de deseos de alcanzar fama, dinero, grandeza y bienestar.


    Sí, es al paso de los años cuando la memoria reconstruye esa merienda en familia con huevos revueltos y chocolate caliente con pan dulce del día, es cuando se reabre esa carta guardada por años y al releerse saltan las lágrimas y ese papel tiembla en las manos.


    Es cuando se percibe la diferencia con la forma como se vive en el presente los cumpleaños celebrados en familia, cuando se rememora esa manera especial de vivir el domingo con la misa en la iglesia de la esquina y un desayuno con tamales calientitos. Es cuando se canta suavecito esa canción de amor o ese villancico que trae al personaje preferido del cine o a la emoción por la cercanía de la llegada de la Navidad, con ese árbol adornado y rodeado del Nacimiento y se vuelven a percibir los sabores que hacen que se produzca esa sensación de saliva en la boca al recordar lo que se comía en casa.


    Es cuando se alimenta la vida y se llena de alegría cada día, recuperando lo que ahora se le da el calificativo de tiempos maravillosos a esos recuerdos detonados desde el presente.

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