El alimento del alma,
Indispensable para vivir.
Me he dedicado a alimentar el alma de niños y niñas por muchos años, día con día, mes con mes, recibiendo a algunos con heridas que los han llevado a responder de manera inesperada a cómo se esperaría que lo hiciera un niño.
La pregunta que me surge es ¿cuáles experiencias lo han llevado hasta este punto? ¿Qué ha faltado para ellos o qué ha sobrado? ¿Por qué esta sensación de abandono que se percibe en su forma de mirar, en su actuar, en sus intereses, en sus reacciones? Respuestas imaginadas, muchas, certezas, ninguna.
Tal vez una posible está en la búsqueda de querer ser siempre el primero, el mejor, sin comprender que, en el conjunto, en el grupo, en la relación con el otro, está su posible sanación.
Pero y ¿si la misma situación corresponde a sus padres? ¿Si ellos también fueron producto de cierto desamor? Tal vez, pero eso es pasado y hay que buscar cambiar el presente, lo que sí es una posibilidad.
Gotas de amor, de paciencia y tolerancia y… ¿a ver qué sucede?
La propuesta: dejar atrás lo que es irremediable, y empezar a construir con nuevas oportunidades que generen nuevas experiencias, desde su momento de vida, con la intención de transformar su posibilidad al desechar lo que hasta ahora no le ha permitido ni siquiera soñar con lo diferente.
No sé si se puede lograr, no sé si cuento con la paciencia necesaria, pero en el intento está la esperanza de cambiarles la forma de mirar.