Ausencia de luz - Adriana Ramos L.
- Adriana Ramos L.

- 5 days ago
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Para mis ojos, la luz es velocidad. Para mi piel, la luz es energía. Para los físicos, la luz está compuesta de fotones, los cuales poseen un cierto momentum que se relaciona con la energía. Esto implica que la oscuridad es la ausencia de fotones con la energía y frecuencia adecuadas para que no logremos verla. Pero no verla, no significa necesariamente que no exista luz desde otras frecuencias, como las luces infrarrojas o las ultravioletas.
En las profundidades del mar, lo que para mí resulta oscuridad puede ser, en realidad, plena luz de día para los peces que habitan el desierto abisal. Estos peces, llegan a tener grandes dientes afilados y desproporcionados a su tamaño.
La luz transforma los espacios, eso me enseñó el trabajo de Luis Barragán, quien jugaba con los contrastes de las superficies iluminadas y oscuras en sus construcciones y obras de arte. Mis dientes, al igual que las obras de Barragán, reflejan la luz y proyectan sombras dentro de mi boca destacando su forma.
Barragán trabajaba con materiales resistentes diseñados para perdurar, como el concreto y la piedra. Así también mis dientes, hechos de esmalte, son las partes más duras de mi cuerpo, capaces de soportar años de uso sin perder su estructura. De estructura definida, con superficies lisas y bordes angulares. Mis dientes son pequeñas arquitecturas dentro de mi boca. Sus diseños eran simples pero altamente funcionales, como las formas geométricas en los muros altos y de volúmen macizo que utilizaba Barragán en sus obras. Mis dientes, aunque parecieran muy básicos, cumplen sin necesidad de adornos, funciones vitales para mí, como masticar y comunicarme.
En la obra de Barragán el agua, el sol y la vegetación cumplen un papel clave. Mis dientes, por su parte, también interactúan con el ambiente, responden a la temperatura, al alimento y a los cambios de mi cuerpo. Barragán lograba armonizar sus construcciones con la naturaleza. Mis dientes sólidos, están diseñados para adaptarse al desgaste y al paso de los años por mi cuerpo, logrando así mantener un equilibrio entre la forma y la función.
Barragán utilizaba colores vibrantes como el rosa mexicano, el azul intenso y el amarillo ocre. Este último, evoca los colores del desgaste de mi esmalte, porque los dientes suelen asociarse a la blancura. Blanca, brillante y clara. Así comprendo la poesía de mi poeta favorito Jaime García Terrés, quién muchas veces evoca imágenes luminosas y paisajes desbordantes en sus textos. La poesía de García Terrés reflexiona sobre la fugacidad de la vida, la erosión de los recuerdos y la inevitable transformación del ser, como mis dientes, que cambian con el transcurso del tiempo.
La poesía tiene una cadencia precisa, parecida al ritmo natural de mi mordida y la función de mis dientes al hablar. En sus versos, García Terrés suele jugar de forma preciosa con la musicalidad. De la misma manera que mis dientes armonizan palabras para que yo me pueda comunicar en mi lenguaje nativo y en otro aprendido. Su poesía con frecuencia rescata mitologías y referencias clásicas como estructuras que permanecen a lo largo del tiempo. De manera similar, mis dientes son parte de la herencia biológica y cultural que me conecta con mis antepasados.
A pesar de ser fuertes, sólidos y funcionales, mis dientes pueden quebrarse. Su dureza esconde una fragilidad similar a la poesía de Terrés, que utiliza poderosas y contundentes palabras que suelen transmitir una delicada sutileza, una sensibilidad especial, una exploración profunda del amor, de la vida y de la memoria. En sus poemas, el cuerpo aparece como un espacio de significados, un territorio en donde dialogan la vida y la muerte. Mis dientes no sólo cumplen una función biológica, sino que también son símbolo de mi juventud, y, algunas veces, de mi ferocidad.
La ferocidad, el instinto animal y el miedo al paso del tiempo pueden ser representados con los dientes en el surrealismo. La artista Leonora Carrington llenó sus lienzos de criaturas con bocas expresivas, que parecen contener secretos o mensajes ocultos. Carrington tenía una fuerte conexión con lo animal y lo mitológico. Los colmillos, asociados a lo salvaje, lo instintivo y lo irracional son elementos claves en su universo pictórico y literario. También en su obra los cuerpos cambian, mutan o se fusionan con elementos extraños. Mis dientes experimentan transformaciones, han crecido, se han caído los de leche, se han desgastado.
Los analistas de sueños dicen que ver dientes en las imágenes oníricas, en fase REM, suele simbolizar cambios profundos o ansiedades ocultas. Alguna vez soñé que se me caían y me desperté aterrada. Tiempo después me enteré que padecía ansiedad generalizada.
A los doce años tenía la manía de tapar la luz de mi sonrisa con mis manos. Mis dientes representaban una clara muestra de mis inseguridades, una ventana a mis oscuridades, la estructura que tuve que moldear mediante brackets en dos ocasiones, gracias a un primer tratamiento inservible. Y aunque hoy algunas personas me brinden elogios, en donde hace mucho tiempo recibí burlas y disminuciones, guardo mi sonrisa con recelo. Esta sonrisa es mi regalo, para mí y para mis allegados más preciados.
Fotografía de Niels Smeets en Unsplash






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