Educar: Misión y Visión de Trascendencia - Marichoni
- Marichoni
- 13 minutes ago
- 4 min read
La educación no cambia al
mundo, cambia a las personas
que van a cambiar al mundo.
Paulo Freire.

Cuando volteamos hacia lo que ha llegado la humanidad en su trayectoria, a través del tiempo y nos damos cuenta de lo que hemos alcanzado como especie, cuando constatamos todo lo que juntos hemos realizado, me surge la interrogante ¿cómo lo logramos?
Cuando he tenido la oportunidad de contemplar a un bebé, los míos y los ajenos, vuelven a surgir preguntas ¿cuánto llegará a alcanzar? ¿continuará esta obra de movimiento, cambio, transformación y avance del mundo? ¿Cuál será su misión?
Y vuelvo a preguntarme ¿qué tendrá que hacer para lograrlo? ¿cómo continuará esta historia de desarrollo? La respuesta que hallo es: tal vez a través del aprendizaje.
Pero ¿qué es el aprendizaje? ¿qué implica? ¿a qué nos lleva? ¿qué se busca a partir de la acción de aprender? Una acción que tiene que ser permanente, que dura toda la vida, que cambia su propósito al paso del tiempo y, por ello creo que una idea de lo que tal vez puede ser es: la vida. Sí, creo que eso es lo que se busca, la vida plena.
La UNESCO propone cuatro pilares sobre el aprendizaje: Aprender a conocer, aprender a ser, aprender a hacer y aprender a convivir con los demás.
Y por ello deduzco que aprender es desarrollar, lograr, descubrir, conocer, comprender, interiorizar, tomar decisiones, elegir cómo conviene vivir y muchas cosas más. Pero para aprender, se necesita enseñar, no es una acción tan espontánea.
¡Vaya trabajo! Me parece que requiere de una entrega de vida por los elementos que hay que tomar en cuenta y por lo que se requiere propiciar, por lo que se busca ofrecer y por el tiempo que hay que hay que considerar para obtenerlo.
Es aquí donde aparece una figura fundamental: el maestro, la maestra, el que ayuda a aprender, el que despierta el interés, el que acompaña en el proceso. Sí, el maestro o la maestra, título que no en balde fue utilizado para la labor que realizó el llamado Maestro de Maestros, Jesús, el Nazareno.
Entonces ¿quién es maestro? Pareciera que el término se refiere a grado académico; maestro porque tiene maestría.
Pero no, creo que tiene otras acepciones: es el que sabe, el que muestra, el que tiene la habilidad de, el que ofrece, el que guía, el que facilita, el que comparte, el que sugiere, el que enseña, el que corrige, el que cuestiona, el que exige, el que evalúa, el que acepta, el que promueve y el que quién sabe cuántas más cosas tiene que hacer.
Hace sesenta y un años que soy maestra, hace el mismo número de años que valoro lo que significa dedicarse a ofrecer educación y a creer que lo que hago puede contribuir a que los alumnos que pasan por mi aula, parafraseando a Freire, cambiando puedan cambiar al mundo y hacerlo mejor, porque ellos pueden lograrlo al crecer, al madurar, al tomar conciencia, al ilustrarse, al adquirir cultura, al anhelar ser mejores y al hacer su intento en todo momento.
Pero en este tiempo de ser maestra también he reconocido que los alumnos han sido mis grandes maestros, de ellos he aprendido, inclusive, a cómo ayudarlos a aprender.
Ser maestra para mí ha sido una misión en la que el compromiso que asumo va más allá del tiempo, del salario, del reconocimiento o del éxito. Requiere una visión de perspectiva de lo que puede ocurrir, de una proyección de lo que conviene decir, de esperar por la posibilidad de modificar conductas, de poner en el centro a la persona y no a mis objetivos.
En esa misión y visión se halla una conciencia de que uno es el que enseña y otro es el que aprende, aunque haya una directa relación entre ellos
Ser maestro o maestra es una labor de trascendencia social, de construcción de formas para enfrentar la vida, una actividad de comunicación y de diálogo que tendría que vivirse como consecuencia de la expresión de aceptación, aprecio y amor hacia quienes se dirige y una conciencia de que es una actividad que, a diferencia de otras, el logro no depende solamente de quien la realiza.
Es una acción en la que se da sin esperar resultados, ese no corresponde al maestro, le toca al alumno, a él solo le corresponde la siembra, la cosecha es del que aprende, de ese ser, objeto del aprendizaje que decidirá como incorpora lo aprendido a su esencia.
Ser maestro o maestra no es fácil, pero si es estímulo de vida, no es espectacular, pero es de responsabilidad social, no es de reconocimiento, pero si trascendental.
Por ello digo: Un dos, tres, por todos mí y por todos mis compañeros maestros, este quince de mayo.
Ilustración: Fotografía de Thomas Kownolski en Usplash
Comentarios