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Pensar - Anne Labrousse



Siempre pensé mucho. Desde que tengo memoria, me acuerdo haber estado pensando.

 

Fui una niña solitaria. Crecí durante nueve años como hija única. Pasaba mucho, mucho tiempo sola.

 

Entonces me daba por pensar. Pensaba en todo.

 

Pensaba en el tiempo que pasaba muy despacio. Tenía prisa por crecer y ver cosas nuevas.

 

Pensaba en el alma.

Cada vez que veía las nubes blancas, maravillosas, desde lo alto del granero de mis abuelos, pensaba en el alma.

 

Aunque no me daba por ser muy creyente a pesar de mi escuela de monjas, estaba convencida de que, después de la muerte, el alma seguía y que las almas se encontraban.

 

Muchas veces, en las noches, no podía dormir. Entonces pensaba. Pensaba en como armar (talvez a los siete años) un coche con pedales para mi ya que mi mamá no quería comprarme uno.

 

Pensaba en mi conejo, en mi conejillo de la India. En las escapadas en el campo.

 

 

En general, pensaba en la vida. Tenía todo el tiempo del mundo para hacerlo.

 

 

Toda mi vida, me han dicho que pienso demasiado.



Ilustración: Fotografía de Glenn en Unsplash

 

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