La casa de los espejos revelaba los cuerpos habitados
y habitantes
del paso lento de las horas.
Conjunto de imágenes distorsionadas,
eres cada una de las deformidades del juego de transparencias.
No encuentro una mano para detener mi caída
y contener mi grito.
Quién eres y dónde estamos.
Nadie lo sabe;
las máscaras se multiplican
y los espejos devuelven la ilusión de un mundo feliz.
El llanto, sin embargo, inunda la habitación desde hace rato;
sin truenos, la fortaleza es inexpugnable.
Nos ahogan las lágrimas,
los lamentos –carcajadas- rebotan en cada esquina de los corredores.
¿Dónde están los moradores? ¿Dónde, los ángeles? ¿Dónde, los fantasmas?
Ilustración: Fotografía de Milada Vigerova
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