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Un amor a medias - Jesica Lara Ovando



Qué complicados son los casi amores, cuando lo único de ellos que se queda son las promesas y el futuro a medias; todo lo demás que los envuelve, se da por completo, a manos llenas.


Nunca se trata de un casi beso, una casi caricia, un casi cariño, y cuando se van, no es un casi dolor. Es algo que se siente en cuerpo y alma, que quita el sueño aún después de muchos días, un insomnio repleto de los momentos que debieron ser eternos y que por más que quisiéramos, no los dejamos ir tan fácil ni tan rápido.


La desventaja de los casi amores es que cuando terminan, se quedan con nosotros unos casi fantasmas: se encargan de enjuagar nuestras lágrimas en la madrugada y recorren con un casi tacto, los roces que en confidencia se compartieron.


Qué extrañas criaturas son los casi fantasmas: si no tuviéramos la certeza de su ausencia, juraríamos que aún escuchamos sus voces al oído, podemos oler el perfume que dejaron en nuestra ropa, sentimos el roce de sus dedos en el dorso de la mano e invaden nuestro subconsciente como si se tratara de una canción de moda.


¿Será necesario un casi exorcismo para librarnos de los casi fantasmas que aparecieron tras la partida de los casi amores?

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