La primera espiral negra, círculo de la memoria,
desplazará sus líneas, ahora extensas, sobre la noche dibujada en el lienzo.
Encerrada en los límites del lienzo,
impide el desborde de las sombras sobre el mundo.
La fuerza circular ahora contrita
-torbellino de la devastación-
blanco hundimiento de los nombres, los lugares y las cosas.
Trazo apolíneo: frontera en la frenética danza de Dioniso.
¿A dónde ha ido el rojo?
La humanidad disuelta en tejidos, órganos y voces.
Los gritos presentidos resuenan sordamente entre las dos únicas paredes.
Un pentagrama de aullidos atonales.
Réplica en discordancia.
Y el sonido, demiurgo creador de los nombres, los lugares y las cosas.
Un solfeo de minutos y, entonces, la Música.
La Música otra vez
La Música en el mundo
La Música en lo negro,
única peregrina del vacío.
Sin sonido, el negro consumiría la sangre de mi cuerpo.
Exangüe y negra, rodaría, espiral primigenia.
Ilustración: Fotografía Cat Han en Unsplash
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