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Camila - Anne Labrousse




Cuando conocí a la burrita Camila por primera vez, se me iluminó mi mundo.


El hermoso animal caminaba en una aura de luz por la calle principal de San Miguel de Allende.


Su blancura virginal me dejó sin palabras. Tanta belleza! ¿Cómo podía caber tanta en aquella criatura?


Venía Camila caminando grácilmente, cual princesa del monte, tierna, joven, totalmente inocente.


En su cuello de nieve, se enroscaban gruesos collares de flores multicolores. En sus flancos, de cada lado, canastas de mimbres con más flores y frutas.


Atrás de ella, una multitud. Primero, la banda municipal a unos pasos de su cola preciosa.


Atrás de la banda, los creyentes, cantando. No sé lo que cantaban. Era una procesión religiosa, pero para mi, cantaban un himno a la hermosura de la burrita Camila.


Su cuello en alto, sus ojos enormes e húmedos, su boca rosada.


Me precipité y le cubrí la cara con besos de verdadero amor.


Nunca la olvidé, siempre la busqué.


Camila había iluminado mi mundo.



Ilustración: Fotografía de Nahima aparicio en Unsplash

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