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EduardA PocoSPodereS Y HoraciO AntillóN - Gabriela Garza Muñoz


Todo comenzó una mañana cuando apareció en el periódico un aviso:


                  BUSCO VARITA QUE SEPA HACER HECHIZOS  MÁGICOS: Con poderes para aparecer y desaparecer cosas, que sirva para alejar malos espíritus y atraer      buenas vibras a los seres de buen corazón.                                    
                                                           
                                                   Eduarda PocoSPodereS
 Ex lugar difícil de llegar pero fácil para descubrir.

Horacio, bebía un delicioso café y leía muy atento. Quiso averiguar de qué se trataba. Él era un pirata que nunca aprendió a navegar y le tenía terror al mar. Ni siquiera conocía el mar de las Antillas del que provenía su apellido. Los avioncitos de papel, eran su transporte pero practicaba el vuelo en zonas que no eran peligrosas con aterrizajes suaves porque solía azotar sobre el suelo.


Horacio nunca había ido hasta el Ex lugar difícil de llegar pero fácil para descubrir pero como su curiosidad era más grande que su miedo encontraría pronto el camino. Después de mucho buscar, dio con el Ex lugar… Y vio una cosita que estaba sentada sobre un hongo con alas, bajita y chimuela…Horacio pensó que tenía una sonrisa encantadora.


Era Eduarda, un hada que nomás nunca conseguía cumplir con un deseo. Todos los días ensayaba polvitos para volverse invisible y pócimas para ser feliz a los seres de buen corazón. Sin embargo, su habilidad en el manejo de la varita era fatal le ponía los pelos de punta a cualquiera.


Ese día, Eduarda había ido a un monte cercano, necesitaba meditar las cosas. Con lágrimas en los ojos se entristecía:

-No tengo talento-.-Quiero ser como las otras hadas. -La magia… ¡Es mi vida!- Exclamaba impertérrita.


De repente escuchó una risa burlona:- ¡Ja, ja, ja!- Un flacucho, con un loro verde sobre sus hombros estaba ahí. A Eduarda, le pareció muy atractivo que usara un parche en el ojo y un hermosísimo bigote negro:

- ¿Por qué te burlas de mí?- Preguntó Eduarda.

Hizo una reverencia y le guiñó el ojo: -Me llamo Horacio Antillón y me da risa lo que dices-.

-Soy Eduarda PocoSPodereS y soy hada- pero se levantó ofendida y salió corriendo.

Él seguía muerto de risa: -¿Dónde vive una hada?- Preguntó.

- ¡Basta no te rías! Nosotras vivimos en el Ex lugar difícil de llegar pero fácil para descubrir pero ahí está el problema- Respondió Eduarda.- Es un ex lugar porque ya no existe, lo desaparecí cuando estaba limpiando mi varita que también perdí. Utilicé el libro de la buena puntería, la bola de cristal y el bálsamo infalible… pero todoooo falló!

- ¡Mmmmmm! ¿Si está desaparecido el Ex lugar cómo llegué hasta aquí?- Se extrañó Horacio- ¡Pues Tú sabrás!- contesto ella.

-¿Sabes? Yo también tengo un problema. Me da miedo el mar.- Le dijo Horacio- Ni soy tan temible como se supone que debería de ser. Los piratas son valientes y muy pero muuuuuy malos.

-¡Achis, achis, achis!… Que yo sepa los piratas andan surcando los océanos en busca de tesoros perdidos, tienen patas de palo y siempre gritan: ¡Tierra a la vista! …¿Qué haces aquí?... le preguntó Eduarda.

- Yo vuelo en avioncitos de papel, te repito, me da miedo el mar.- Esta mañana leí tu aviso- Dijo con una sonrisa- Iremos a buscar tu varita-.

Eduarda, pensó en lo que Horacio acababa de decir y suspiró… - Cuando las cosas salen mal, hacer magia es complicado. ¿Dónde prepararé mis pócimas? Sin el ex lugar difícil de llegar pero fácil para descubrir las criaturas se verán en riesgo: no habrá animales, flores, duendes traviesos y elfos juguetones-.

-Necesitamos ir a Quién sabe dónde -. Aseguró Horacio.

-¿Quién sabe dónde? Me da mala espina - Exclamaba Eduarda.

Horacio se puso serio y se rascaba la cabeza: -Yo digo que sí-

Eduarda con cara de desesperación hacia muecas: -Yo digo que no-


Sin embargo, ambos se montaron en el avioncito y le dieron la vuelta al mundo pero al pasar detrás del arco iris perdieron la orientación. Después de un largo rato sin querer, habían llegado a Quién sabe dónde y encontraron un enorme Castillo en el aire.



Ante sus ojos apareció un enorme hombre del mismo tamaño de una torre de varios pisos. Se trataba de un gigante de los que dan mucho miedo. Vivía solo y nunca recibía visitas. Llevaba puesta una máscara, de esas que se usan para pelear en un Ring.

--¡Juaaaarrr, juarrr, juarrr!-¡Hola pequeños!-¿Qué hacen aquí?- Preguntó el gigante.

Horacio y Eduarda se quedaron atónitos, comenzaron a sudar y tenían un nudo en la garganta: -¿Será de confiar?... Pensaron.

-Buenos días señor pasábamos por aquí y nos perdimos.- Horacio, respiro hondo y se acercó con cautela. –Andamos buscando la varita mágica de Eduarda para que pueda reaparecer el Ex lugar difícil de llegar pero fácil para descubrir

El hombre del tamaño de una torre de varios pisos, comenzó a enojarse por haber sido molestado con esas tonterías. Fue a buscar su capa para tener completa su vestimenta, cerró los puños y estaba a punto de soltar algunos clásicos golpes de lucha libre cuando….


Horacio estaba listo para darle puntapiés y codazos pero Eduarda con lágrimas en los ojos imploró: -No, por favor no lo hagan. Venimos en son de paz-

Entonces, el gigante se conmovió al ver que una cosita tan bajita con alas y chimuela fuera tan buena y un flacucho con un verde loro sobre sus hombros, tan valiente para meterse con alguien que no era de su tamaño. Se agachó hacia ellos y dijo muy serio:

- Hace tiempo mi oficio era de luchador profesional, siempre había peleado contra tipos que pesaban una tonelada. Nadie me ganaba. Hasta que un día, mi suerte cambió y fui perdiendo la fuerza. Y derrotado no me quedó otra opción que retirarme.-

Y se confesó -Perdónenme, yo robé la varita- pensé que con su poder mágico podría volver a ser el mismo, pero soy tan torpe que no supe cómo usarla, soy un bueno para nada-.

-¡Ah fuiste tú! –Exclamó Eduarda. -Por tu culpa me metí en graves problemas.- ¡Devuélvela!


Y cuando regresó la varita sucedió algo extraordinario, así ocurre con la magia. Los tres recuperaron lo que habían perdido: se esfumó el terror al mar de Horacio, Eduarda mejoró sus poderes mágicos y el gigante volvió a obtener trofeos de campeón… Y lo otro dejó su condición de Ex, ahora era:¡EL LUGAR!


Eduarda y Horacio se enamoraron. Un buen día decidieron darse besitos, a ella le picaba el hermosísimo bigote negro de él; Y él seguía pensando en la sonrisa encantadora de ella. Se escribían versos de amor: -¡Oh mi bella Eduardita!- ¡Oh mi amado Horacito!


…Y de cuando en cuando asistían al cuadrilátero para echarle porras al nuevo amigo grandulón.

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