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Petunia y la campanita - Carmina Hernández Encarnación



En un bello jardín llamado vida, había hermosos arbustos de Petunias, de muchos colores las canijas, eran admiradas por ello. Las había rosas, amarillas, azules, moradas y blancas. Desde pequeñas botonas lanzan delicioso perfume, que llenan el paisaje con él.


La Mamá Petunia es cuidadosa con sus retoños, y las tiene contaditas a cada una, las cultiva y las alimenta con esmero, tiene una retoñita que le inquieta a doña Petunia, su pequeñuela es distraída y melancólica. Piensa que necesita atención especial.


Un buen día la Madre se sintió apretada, se sacudió para ver si mejoraba. – a ver mis retoñitos cuando diga tres, nos sacudimos- ¡uno, dos y tres!- todos a un tiempo se sacudieron con fuerza. No hubo ninguna mejoría, la sensación de apretación persistía.


La Madre dijo -tengo que saber ¿qué nos esta pasando?- agudizando el sentido de la intuición, notó que su Petunia hija estaba charlando animadamente con una flor parecida a ellas, pero no era igual, ¿con quién hablaba su retoña Petunia?, ¡era una enredadera llamada “Campanita”!, ¿será ella la causante de la incomodidad que sentimos?


Se vuelve a sentir el apretujón -ay mamácita- ¡nos falto el aigre!. Una vez más se siente la apretura, pero algo no esta yendo nada bien. Petunita sigue cada vez más cercana a “la Campanita” esa, se le nota la peligrosidad, porque se asía con fuerza en cada estirón que da la confianzuda ésta, con sus lianas enredándose en el arbusto.


Como ya dije antes, “las campanitas” son flores parecidas, pero mucho más simples, su cualidad mayor es que desean a toda costa ocupar el lugar de donde se han colgado. Buscan ser “las otras”, buscan sus aromas, buscan, tener vida.



Petunia Madre veía a la pequeña Petunia, muy comadre con “la Campanita” risa, y risa, -no da cuenta, la confiada Petunita del peligro que corren.


-A ver, retoños míos hagamos lo posible por impedirles a estas campanas, nos ahoguen-. Tenemos que poner resistencia, si no, no viviremos para contarlo. La pequeña Petunia no hizo caso alguno. Le pareció exagerado el comentario de la madre.


Poco a poco “la Campanita” y sus compinches las campanas, se habían fortalecido, el arbusto se hallaba totalmente sofocado, habían sucumbido al apretón de las atrevidas “Campanitas”.


El bello arbusto languidece. su verdor de sus hojas ahora tenían tintes amarillentos. Sus pétalos antes relucientes que marcaban perfectamente sus vetas, se han perdido.


Y “las campanitas” muy campantes se han encumbrado hasta alcanzar rosales, bugambilias todo lo que va a su paso.


Asustadas y temerosas las retoñas petunias le pregunta a su Madre -¿Por qué lo hacen?-

-es su naturaleza pequeñas- les responde la Petunia Madre, con el último aliento que le quedaba.



Ilustración: Fotografías en Unplash

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