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Oda por México - Marichoni

La Tierra que nos vio nacer,

la Tierra que nos vio crecer,

esa es precisamente la que

es nuestra tierra.

ree

    Tierra en la que nací y en la que he construido mi historia, ninguna duda es México.


    Tierra de mis padres y mis hijos, por eso es diferente y es única.


    Tierra que tal vez me cobijará en mi última morada y en ella, descansaré para siempre.


    Tierra de múltiples contrastes, unos que alegran el alma, otros que la rompen en trozos.


    Tierra de naturaleza asombrosa, rodeada por los océanos, enmarcada por las montañas que resguardan su altiplano.


    Tierra que sus volcanes, juntos cuentan su historia de amor y, así se convierten en guardianes y motivos de inspiración.


    Tierra que entrega su comida mestiza como patrimonio de la humanidad, elaborada a base de los productos del lugar, enriquecidos por aquellos que vinieron del otro lado del mar.


    Tierra que relata su historia construida con el águila, que cruza sus aires y por la serpiente que se desplaza en su suelo.


    Tierra de riqueza natural y de cultura que ha trascendido fronteras a partir de la música, la poesía y la danza que, cambiando de rincón a rincón, ilumina todo ese espacio que desde siempre Dios le concedió.


    Tierra que tiene entre su gente a Octavio Paz y a Jorge Negrete, a Blas Galindo y a Rosario Castellanos, a Guti Cárdenas y a Juventino Rosas, a Manuel Acuña y a Juan de Dios Peza y tantos que, por orgullo nacional, le dieron a este lugar identidad y grandeza.


    Tierra que cuenta con un Himno Nacional mestizo porque su poesía es de un mexicano inspirado y su música de un español agradecido.


    Tierra que, al no conformarse, integra dos himnos menores: Cielito lindo y el gran Huapango de Pablo Moncayo.


    Tierra abierta a quien la busca, aunque le sea ajena y la convierte en propia y nunca la olvida ni la deja por otra, y si no que nos lo cuenten todos esos emigrantes que aquí encontraron cobijo y la hicieron su nueva patria.


    Tierra de trilogía histórica que no puede negar sus etapas, a veces irreconciliables, pero la historia no se juzga: Mesoamérica la grande, Nueva España impactante y un México Independiente que lucha porque su gente, sin pensar en su color, logre la libertad y la unión.


    Tierra que es capaz de celebrar la vida y la muerte, porque sabe que ambas se convierten en experiencia innegable.


    Tierra que viste a su gente de colores porque ha podido observar el plumaje de los pájaros multicolores que cruzan sus aires.


        Tierra que le construye una basílica a quien define su madre, a María, para que allí se encuentren sus hijos y los ajenos.


    Tierra de luces y sombras que lo mismo ríe que llora, hasta que logré integrar a todos sus habitantes y hacerlos disfrutar de su riqueza inimaginable.


    Tierra que cuenta su historia en libros, en el rostro de sus habitantes y hasta en sus billetes.


    Tierra que tiene que sacar la casta de sus raíces, para que el mundo se conmueva con los logros que le presente.


    Tierra que desde que aparece el sol, escucha a los pregoneros cantan para ofrecer productos y oficios que los convierte en artesanos que, aunque sin nombre, más allá de los límites, siempre hay quien los aprecia.


     Tierra que tiene que aprender a vivir en la justicia, en la solidaridad y el trabajo para que toda su gente sienta la felicidad de ser mexicano.


     Tierra mexicana, voltea a verte que todavía te queda mucho que ofrecer cerca y lejos de tus fronteras.



Ilustración: Fotografía de Miguel Urieta en Unsplash

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