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Pinto un rato - Lorena Salmon Demongin

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Me pongo a pintar yo, que soy una mujer del Renacimiento, porque así como pinto y trabajo muchos materiales también escribo, leo, curo, hablo lenguas y hago alquimia.


Me encanta hacer la alquimia de los materiales, los colores, las consistencias y los menjunjes sobre una paleta desechable que no es sino una charolita que alguna vez alojó unos bisteces o unos muslos de pollo y que, ya lavada, vuelve a trabajar ahora con otra función. Como yo. Y así mezclo tonos con pastas, pigmentos con aceites y polvos con aguarrás para recordar el olor del cuarto de mi madre, que olía por las tardes a aceite de linaza y a pinturas al óleo.


No puedo decir que así se me pasan las horas porque mi atención dispersa con hiperactividad me hace interrumpir la labor para hacer un poco de otra, ya sea que baje por café y entonces me salga a cortar hojas choridas de alguna planta, o me ponga a guardar unos trastos, o incluso vea un pedazo de alguna de esas series que veo así: a trozos. Pero vuelvo eventualmente a la pintura, que tampoco se trata de que se me seque el material y prosigo en mi labor mientras mi pensamiento divaga en mil temas, nunca uno a la vez, y me surgen unas frases épicas para escribir las cuales, al rato, no recordaré. Pero pienso, que nunca estorba.


Pienso en mi vida, en el pasado, presente y futuro: en el copretérito de las cosas que yo hacía, en el pospretérito de lo que haría si esto o aquello, en el pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo de las cosas que hubiera hecho si tal o cual. Sí, de ese hubiera que no existe, pero da mucho qué pensar, lamentar y también celebrar. Si no hubiera ido al café ese día hace mil años no hubiera conocido a Esposo, por ejemplo.


Cuando me canso de pintar, o calculo que he avanzado bastante e incluso terminado, limpio mis pinceles y espátulas con cuidado, que quiero que me duren, y con jabón. Me aseguro de que los botes estén bien tapados para que no se sequen, me despojo de mi vestimenta de trabajo –léase una bata vieja de la Cineteca Nacional o un mandilote una vez blanco y ahora multicolor– y voy a ver que me depara el futuro inmediato.



Ilustración: Fotografía del archivo de la propia autora.

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