
Recordemos que fui concebida en lo que fue una casa de esclavos en una plantación en Nueva Orleans. Recordemos que estar en lugares en donde la gente estuvo en contra de su voluntad me provoca una sensación indescriptible. Recordemos que no es felicidad, pero tampoco tristeza. Recordemos que no es morbo, pero tampoco comprensión. Recordemos que aunque la sensación es indescriptible, es un sentimiento similar a aquel de estar en casa.
Recordemos también que no me gusta cuando me dicen que todos sienten lo mismo cuando están en ese tipo de recintos. Recordemos que no dudo que lo dicho sea cierto, pero siento que no es amable querer superar, igualar o invalidar mi historia con un comentario así. Recordemos que todos tenemos tiempo para contar. Recordemos que me gusta compartir mis historias. Recordemos que eso lo perdí.
Recordemos que disfruto el encierro, estar acompañada de mí y perder el tiempo perdiéndome en lecturas, música y series. Recordemos que tengo muy en alto a la especie humana. Recordemos que no por esto tengo necesidad de rodearme de otras personas. Recordemos que por mucho que disfrute mi ermitañismo, este me puede llevar a lugares muy oscuros. Recordemos que me he propuesto salir.
Después de este ejercicio de memoria, pensemos en la ironía de que para salir me voy a lo que fue un lugar de encierro. Pensemos en la armonía de que intentaré escribir mi vida desde un lugar similar a donde empezó mi vida misma. Pensemos en el equilibrio de intentar conectarme desde un lugar de aislamiento. Pensemos en la contradicción de haber encontrado un lugar de paz que en otra época contuvo sufrimiento. Pensemos en que los rayos del sol también se cuelan por la ventana de una celda.
Y desde ahí, desde esa antigua cárcel que adaptó sus celdas a salones, cambió sus carceleros por maestros, plantó árboles en sus patios antes desnudos, dio calor a sus pasillos antes fríos, desde ahí, desde esa cárcel que en otro tiempo privó a tantos hombres de su libertad, intentaré recuperar mi libertad escribiendo.
Comments