Sólo he ido a funerales en México. Nunca en Francia. Es una tragedia.
Cuando un ser querido muere en Francia, sencillamente no puedo ir y tendrÃa que ausentarme muchos dÃas.
AquÃ, he ido a muchos funerales. Mi vestido negro, asà como mi abrigo negro me han servido muchÃsimo. Y sÃ, también me quedan bien.
Al único funeral al que iré en Francia será el de mi madre. Pero mejor, ni hablo de eso. Es un tema terrible. No lo puedo aceptar y, sin embargo, lo tengo presente.
Mi amada tÃa Renée seguramente morirá pronto. Tiene 95 años y se esta deteriorando cada dÃa más en un asilo para ancianos. Cada dÃa que pasa allá le pesa tremendamente. Si se hubiese quedado en su casa, seguramente alcanzarÃa los 100 años.
Si, que tristeza no poder asistir a los funerales de los seres amados. Es lo que sucede cuando una decide emigrar lejos, pero muy lejos de su paÃs.
Si todavÃa, pudiera tomar un tren, como en Europa, estarÃa bien. Pero está un inmenso océano de por medio. Ni hablar. No hay manera.
Ilustración: FotografÃa de Davide Pietralunga en Unsplash