La vida se construye día a día, de momento a momento. Se va formando con el entramado de los hilos que cada tiempo nos ofrecen como parte de nuestra riqueza personal y con ello se va caminando, a veces con paso más seguro, otras, un poco más incierto, pero se camina.
En ocasiones aparece un cambio de rumbo porque el camino por el que transitamos desaparece y hay que replantearse cuál escoger, de qué manera y hacia dónde seguir. Esto puede ocurrir de manera inesperada, sin buscarlo, pero sucede y la única posibilidad es asumirlo.
Son circunstancias en las que la vida nos interroga y nosotros tenemos que responder y lo hacemos con esa luz que poseemos para entretejer los hilos que hemos encontrado en nuestro caminar. Por ello la culpa no tiene cabida ni tampoco el reproche si la honestidad del entramado fue lo que produjo la respuesta.
El tiempo de la vida toca su ritmo y lo cambia de vez en vez, es importante reconocerlo para encontrar la nueva identidad que surge porque marca una diferencia y, aunque sostenemos el mismo hilo conductor, quizá para los demás sea irreconocible, para nosotros no, porque en el fondo somos esa persona de siempre, reconociéndonos con capacidad de cambio, a la que alimenta el paisaje que plantea el nuevo ritmo descubierto.
Por ello, a pesar de todo, sigo siendo yo misma la que responde en la vida con mi unicidad y mi irrepetibilidad aunque esto se manifieste siempre diferente.
Si, a pesar de todo soy yo misma respondiéndole a las interrogantes de la vida.