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Carta a Margarito Ledesma - Esther Solano





Mi muy estimado Don Margarito:


Leo sus poemas accidentales muy tarde, en su vida porque usted ya murió. En la mía porque no leerá estas letras que le dedico. Pero ni modo, así es la vida (y la muerte).


Redacto esta epístola para hacerle saber mi sentir, aunque en realidad no vaya usted a saberlo nunca, porque ya estiró la patita desde el siglo pasado.


Sépase que sus poemas llegaron a mi una fría tarde de lunes en que cayó un aguacero. Diría mi comadre que le llovió a la milpa, de hecho y no solo metafóricamente, no desarrollo el punto porque esta carta no es para quejarse.


Cometo la indiscreción de contarle que esta noche no habrá lucha cobijera porque duermo sola y aunque la frazada sea angosta no hay quien la jalonee. Así que cada cobija, manta y frazada son mías y de nadie más. No las compartiría ni con usted, en especial porque ni lo conozco.


Muy atentamente,


Doña Teté



Ilustración: Fotografía de Joanne Kosinska en Unsplash

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