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Saludo de uñitas - Carmina Hernández Encarnación

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¡y, que me salgo a darle vuelo a la hilacha! A luego me trepo a un camión morado, la tarifa vigente es de $ 7:50, $8.50 y $9.50 a según sea la distancia a la que vayas.

 

Cuando llega a la estación del metro todos bajan, de volada se forma un grupo compacto que inicia la subidera de escalones, treinta y dos para ser exacta, desgastados y sucios.

 

Llegando a la parte superior, el grupo se hace más compacto, se une más. Nuestro andar es uno solo, pareciera, que flotas, porque no sientes el piso, solo avanzas. Así mismo hay que bajar, sigues el ritmo del bolón donde eres parte. Brincando bajas los escalones, es emocionante porque te vuelves ágil.

 

Hay varias escaleras, todas copadas. Ya en el andén, a esperar a que llegue el tren.  A posicionarse, calculando la puerta de acceso. La flecha verde indica el lado que saldrá el convoy. Todos atentos “Bien águilas” el grupo sigue compacto, a un golpe se abren todas las puertas, entrando en un santiamén, con cara de competidor.

 

Ahí se define a los ganadores, ¡ganaron asientos¡ y “miran a los perdedores”  - lástima Margarito” -  Grrr…  te toco ir de pie, hay que ir bien apergollada de los tubos, no vaya ser  que frene de repente, y andes como canicas en comal. Con tiempo hay que ir checando donde hay que bajarse, porque las puertas quedan copadas.

 

Ponerse changa, pa ver quienes están en las puertas, ¿son señoras? Se les pasa escáner adivinando como te va ir, en eso de bajarte sin tocar a naiden. Preferible pararse con tiempo, más te vale bajarle cinco rayitas al tono de voz, pa no alterar la paz. -¿me permites? Voy a bajar -, metiendo la barriga para abrir paso.

 

Pumm… sales como tapón de sidra, expulsada por una extraña fuerza. Se aprecia el frescor, se deja de ser parte de la bola, por fin a caminar con paso propio. Se baja, se sube y bajas escaleras a un eje, donde hay que tomar un pesero que arrime a onde vas. Ahí es la base -¡SÚBALE! ¡SÚBALE¡ ¡Metro Xola, Santiago, las torres!- 

 

¡Súbale, Súbale! Te fijas en la tarifa. En un rápido movimiento la mano del chofer, exige el pago,

-¿a dónde?- 

-Este…-

al tiempo dejas caer la moneda de $10.00 pesos en su mano. En un rápido movimiento el hombre da el cambio, pus ya, qué. En eso llega el despachador con su libretita y pluma… e inician su singular charla.

 

-¿qué onda? guaaguaaaa, guaguaaaaa, guagua.-

El chofer responde, 

-guaguaguaaa, guaguaaaaa-

el despachador sube un peldaño del micro se acerca al chofer,

-guaaaaaagua, guagua-


Al tiempo que el chofer toma de su marimba (artefacto donde ha ido colocando las monedas por denominación), alguna moneda y la retiene con las uñas.

 

El despachador se acerca, y cruzan sus manitas negras, con un saludo de uñitas. al despedirse

-¡guaguaaaguagua, pus guaguaguaaaa!-

-¡Guaguaaaa,guaaguaaa¡-

-Nadie sabe, nadie supo ¡guaaaaaaaaaguaaáas!-.

 

¡Súbale, súbale, HAY LUGARES!

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