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Construir puentes - Marichoni



Cada persona es un puente. Yo constituyo un puente entre mis hijos y mis padres y ser capaz de permitirles seguir existiendo de alguna manera en mis hijos. Ellos tienen algo de sus ancestros, aunque no los hayan conocido, yo formé un puente para que esto sucediera, al igual que ellos me sirven de puente para llegar a mis nietos. Ciclo que repetido se convierte en infinito.


Pero hay otras maneras de tender puentes, de permitir el paso de un ser y llegar a otro. La escritura es un ejemplo de ello porque quien ha puesto por escrito sentimientos, ideas y vivencias, permite a quién los lee, recorrer un tramo de vida que, sin ese puente, quizá hubiera quedado perdido en el olvido y ahora alguien lo puede revivir y enriquecer con su particular experiencia, creando de esa manera, uno nuevo que podrá ser cruzado por quien sabe quién.


Hay tantos puentes que he podido recorrer porque alguien los construyó, que vuelvo a reconocer el infinito. Cómo hubiera cruzado el puente del tiempo y acompañar por la ancha campiña manchega que recorrió el Quijote a lomo de su Rocinante, luchando con Molinos de Viento, si Cervantes no lo hubiera trazado. Cómo hubiera logrado saber la importancia de llegar a Ítaca sin el puente que tendió Homero y aprender el valor de llegar a mi propio rincón del mundo. Mandela, con su puente de perdón, me invitó a cruzarlo para experimentar la paz que solo se puede encontrar al otro lado del resentimiento y poder seguir construyendo ese camino que, al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar, cruzando el puente que Machado me tendió.


Pero quiero volver a la primera expresión: cada persona es un puente: ¿cuáles son los que mi vida tiene que tender como exigencia y responsabilidad del tiempo y el espacio que me toca vivir?


Algunos los vislumbro y reconociendo mi vida como un proyecto que se tiene que cumplir día a día, me interesa contemplar los puentes que tengo que trazar para llegar a la meta: el de la verdad, porque cuando ésta falta, se viene abajo la construcción, el de la conciencia la existencia del otro, porque sin él no puedo avanzar en mi propia construcción, el de la ayuda mutua, para poder contemplar mi obra en armonía con la que se construye a mi alrededor para no desentonar, el del esfuerzo para saber que el descanso vendrá, cuando la obra esté finalizada y el de la fe que me estimula a ir más allá de lo que veo, a construirlo a partir de confiar que ese puente puede ayudarme a cruzar lo desconocido para llegar a conocerlo y saber que he llegado a ese final.


Pero si algún puente me faltara o el otro me sugiriera que hay algo que conviene construir. tendré que tender el puente de la apertura y la aceptación para no dejar mi obra inconclusa y así tender el puente de la gratitud por la colaboración.



Ilustración: Fotografía de Maarten van den Heuvel en Unsplash

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