Click, clack, click, clack
Las teclas de la máquina de escribir no paran.
Suenan veloces, accionadas por mis manos,
pero las palabras que tecleo sin cesar no son mías.
Las dicta mi corazón, sin piedad manda, ordena.
Aún en contra de la lógica y los hechos.
Sangran mis dedos porque
este corazón tirano, no para de dictar.
Mira con mis ojos, se regocija.
Percibe los aromas, es insaciable.
Siente con cada centímetro de mi piel.
Entonces, decide y dicta:
“Corre, no camines” (pero tengo miedo)
“Vuela, no temas” (pero duele)
No escucha mis razones ¿excusas?
Ignora mis miedos, me empuja fuera de la jaula.
Corazón dictador, no pares.
Llévame más allá, donde mis temores no se atreven.
Llévame a donde sabes que quiero ir.
Corazón dictador, dame alas.
Ilustración: Fotografía de Marek Piwnicki en Unsplash
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