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Mexicana versus francesa - Anne Labrousse



No me pregunto si soy mexicana o francesa.

 

Sé que soy francesa sin una sola gota de sangre indígena.

Es clarísimo para mi.

 

Me gustan los huipiles, pero no para mi. No es mi estilo. Siento que me vería ridícula con un huipil. Y no van con la forma de mi cuerpo.

 

He conservado mi identidad. Lo único es actuar o no como los mexicanos.

 

No pienso como ellos. También eso me ha quedado clarísimo.

Pero hago tremendos esfuerzos para entender su modo de pensar, su modo de entender.

 

Siempre he hecho todo lo posible para entender la cultura mexicana. Tanto la mestiza como la no mestiza.

 

Aquí, un extranjero siempre será un extranjero. No hay aceptación del “otro”.

Por más que un mexicano puede querer ser blanco y tener lo que tiene un alemán, un inglés, un canadiense, en el fondo, rechaza al otro.

 

Es el famoso resentimiento social.

 

Esa parte me es difícil, porque justamente no acepta al otro como es y punto.

¿Por qué siempre señalarlo con el dedo?

¿Por qué siempre recalcar que no es de aquí?

 

Me gusta México y me gusta mi país; Francia.

Me encantan los pueblos mexicanos y me encantan los pueblos franceses.

 

Aquí, como allá, hay bueno y malo.

 

A mi no me importa si uno es mestizo o puro indio. No hago ninguna diferencia.

Estoy en el país de los mexicanos y punto.

 

Extraño a mi país, a mi cultura porque aquí no la veo nunca.

Pero no me pregunto quien soy.

 

Soy francesa, de madre vikinga y padre vasco.

 

Y la vida me llevó a México.

Mi viajes y deseos me llevaron aquí.



Ilustración: Fotografía en Unsplash de Elena Popova

 

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