Cambios imperceptibles,
fruto de la adquisición
de nuevas costumbres.
Marguerite Yourcenar
Adquirir nuevas costumbres siempre me ha representado todo un reto, y no siempre el deseo de asumirlo porque me exige esfuerzo, cambio, dejar la seguridad de lo conocido y la certeza de saber cómo hacer las cosas y cómo manejar el dÃa a dÃa, eso no siempre me entusiasma.
Pero, qué habrÃa sucedido si no hubiera incorporado nuevas costumbres como propone Marguerite Yourcenar, qué hubiera sido de mà si no hubiera modificado mi manera de hacer y concebir las cosas, a pesar de vivirlo con dificultad.
Ya Marcel Proust sostuvo que: Nada cuesta más trabajo al ser humano que ir de una costumbre a otra. Esta frase me ayudó a explicar lo que me ha ocurrido tantas veces.
Aunque siempre me vi en la urgencia de incorporar nuevas costumbres, como ejemplo: el trato y la cercanÃa de personas desconocidas que con el tiempo se volvieron conocidas e inclusive queridas, descubrir un aprendizaje nuevo y diferente que tenÃa que darle un lugar entre los anteriores, el probar un nuevo alimento y descubrir su sabor y acostumbrarme a él, pero esto lo fui realizando poco a poco, paso a paso.
De la noche a la mañana surgió un acontecimiento que me rompió el ritmo, que cuestionó mis costumbres, que cimbró mi vida, de manera semejante a como sucedió en aquellos diecinueve de septiembre de dos años diferentes en los que, después de los sismos, me tuve que preguntar: ¿Y ahora qué? después de esto ¿cómo sigo?
Si de numerologÃa se tratara, otro diecinueve se presentaba con la misma exigencia, con las mismas preguntas, un COVID con ese mismo número diecinueve cabalÃstico.
Pero no quiero que esa cifra resulte definitoria, porque diecinueve era el dÃa del nacimiento de mi madre, la que me propuso las costumbres que adquirà y que… tuve que romper de un momento a otro. Tal vez por ello fue tan grande el esfuerzo.
Me vi encerrada en mi casa, con miedo de salir, con temor de acercarme a las personas o que éstas se movieran a poca distancia de mÃ.
No podÃa visitar a mis seres queridos, me hacÃan falta y sólo podÃa recurrir al teléfono o a una pantallita que me acercara a ellos, asà durante once meses, un tiempo demasiado largo para no sentir su cercanÃa fÃsica. Por ello me acostumbré a ver el reloj para llamarlos a hora conveniente, lo mismo sucedió con hermanos y familiares y con los amigos.
Aprendà a administrar la soledad, a llenar las horas con lectura, escritura, desarrollé una creatividad que no habÃa yo utilizado y, digo utilizado porque estaba en mà y la desconocÃa, no la habÃa usado. Me inquietaba cómo adquirir los alimentos, cómo pagar cuentas, como mantener limpio el espacio en el que vivÃa porque su mantenimiento lo habÃa delegado en otra persona a la que ahora no podÃa ver, eso también me permitió reconocer lo que antes era invisible y a descubrir el esfuerzo de conservarlo y, agradecÃ, desde lejos a quién por tantos años lo habÃa hecho por mÃ.
Tuve que hacer mi trabajo el que por más de cincuenta y seis años tenÃa sabido como abordar y, aunque por sà mismo, nunca habÃa sido rutinario, de un instante a otro, mis estrategias parecÃan ya no servirme y habÃa que aprender en unas cuantas horas lo que, en otra situación, me hubiera representado mucho tiempo. Lo hice con lágrimas en los ojos, con tristeza de lo que sentÃa perdido. Pero como lo aprendÃ, dejé de llorar y adquirà una nueva costumbre, utilizar la herramienta que antes resultaba casi un adorno.
Y nuevamente volvà a confirmar que la vida sólo tiene camino de ida, que no hay forma de volver atrás, que los acontecimientos marcan pautas y… entonces vuelve a surgir la pregunta: ¿qué hacer?
Una sola cosa: adquirir nuevas costumbres, seguir creando, aportando y ampliando el horizonte.
Algo ocurrió dentro de mÃ, tomé conciencia de un poder que encontré en mi interior y lo hallé inacabado y creo que es inacabable. Logré mayor apertura y desarrollé la capacidad de aceptación hacia lo que la realidad me exigÃa.
Cierto, me costó trabajo, sin embargo, ahora soy consciente qué siempre podré adquirir nuevas costumbres y que el hacerlo es el medio para llegar a lograr el cumplimiento de mi misión, porque la capacidad del cambio me ofrece esa oportunidad.
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