¿Qué pensabas cuando yo te miraba con grandes ojos llenos de admiración?
¿Cómo entender que tu contemplación llena de deseo me tornaba voluptuosa y hacía arder mi piel?
¿Cómo atestiguar el milagro de que sentirme hermosa me hacía irradiar belleza?
Ese extraño ciclo de gestación de la atracción ¿Fueron tú y tu mirada? ¿Fuimos yo y mis ojos?
¿Quién encendió la llama? ¿Qué detonó el incendio? ¿Quién fue la presa y quién el cazador?
Sólo sé que nadie me ha mirado como tú. Ni nadie te verá como yo.
Ambos perdimos la mejor versión de nosotros mismos en aquel adiós que me obligaste a nombrar por ambos.
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