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Un diccionario en desorden - Marichoni


P Una P para empezar.

Para pasar por la vida, quiero pedir la oportunidad de reconocerme hija de papá, él, con muy poca expresión de su amor hacia mí, me obligó a descubrirlo, al declinar de su día, en un tiempo que, para él, la vida se acercaba al final.

Papá, me costaba dirigirme a ti, de frente y en lo personal, pero logré estar presente de lo que, en esos tiempos desvalidos requerías, entonces sí que pude decir muchas veces papá.

Nunca imaginé que te leería poesía, recuerdo las tardes en las que, poco a poco te relaté la huida de Argentina, de la familia Vaca Narvaja, no era un texto escrito en verso, pero estaba lleno de poesía.

Cuando frente a ti, con un mar de cursilería, le decía a mis hijos papá o papito, me decías riendo y, sabiendo que era un modo que te agradaba, - “no me andes comparando con cualquier cosa”…

Pasó el tiempo y te fuiste y yo, la única que vivió contigo ese momento, ese segundo antes, ese segundo después, me permitió volver a decirte, papá. Tú ya no me escuchaste.

Ya totalmente en la orfandad, entré a trabajar en el Possenti, otra P para trazar mi camino, a veces preocupada sobre las situaciones, pero las más, reconociendo con gratitud la oportunidad de pensar, proyectar y participar como tú lo hubieras hecho.

Eso me enseñaste, Papá.

M para continuar.


Mamá, nunca me respondiste por qué te fuiste tan pronto, te pregunté muchas veces, más nunca contestaste, ¿será que ya no escuchabas? Creo que habías superado el tiempo. Siempre estuviste presente, y tu actitud era de enseñanza, unas veces con el ejemplo, otras con la palabra, otras más con la acción y me parece que aprendí.

Me mostraste lo que era importante: cuidar de los míos, del hogar antes que de otra cosa, a administrar los recursos que me mostraste

sin clases de economía, a condición de que nada faltara porque lo que había, era lo que tenía que alcanzar. Me dijiste cómo hacer personas de bien sin tomar clases ni de psicología ni de pedagogía, solo con lecciones de amor. Supiste ofrecerme la condición de respeto sin haber cursado Filosofía ni Ética, a partir de la fe que vivías.

Con este cúmulo de sabiduría ahora puedo reconocer cómo se traza el camino y cómo se motiva a vivir.

Así ahora elijo lo que me hace feliz, que es lo que tú buscaste para mí y para los míos también.

De allí obtengo ahora mi motivación para vivir.

H para continuar.

Lo primero que encontré fue la honestidad y la honradez para formar el hogar, que sería el sitio donde crecerían los hijos porque sin pedirlo, serían el reflejo del calor que allí se hubiera vivido, así que, había que estar alerta, no había tiempo de descansar.

Los hijos son vidas nuevas que traen su propio equipaje, hay que lograr que lo acomoden de manera armoniosa y lo enriquezcan con lo que descubren al interior del hogar que para ellos se construyó, brindándoles una mirada constante sin que se sienta invasiva, pero que los pueda ayudar a cuestionarse hasta que logren expresarse con verdadera libertad, ya que todo ha sido revestido con la fuerza de la honestidad, reconociendo que su misión será buscar una forma de independizarse del hogar original creando el propio, y continuar esa cadena que busca la honradez en cada respuesta que hay que darle a las interrogantes de la vida.

N para continuar.

Una nieta para empezar a acumular ese maravilloso conjunto de niñas y niños que surgen en una etapa un poco tardía de la vida para mencionar con un nuevo lenguaje, los nuevos significados de cada experiencia, de cada objeto, de cada sentimiento y de cada descubrimiento.

No se les puede decir no porque esos nuevos rostros convencen y conmueven nada más con el hecho de aparecer y como están recubiertos de magia, su sola existencia cambia el color del cielo y se recupera la primavera que se creía que había quedado atrás.

Ellos transforman el día a día y su brillo se extiende hasta darle luz a lo que antes de su presencia, se venía desvaneciendo.

Con ellos se puede renovar la vida y se empieza a descubrir lo que de verdad dejará la huella permanente de nuestro paso por este planeta al que llamamos Tierra.

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