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Un instante de luz…- Marichoni



Tal vez es suficiente

Desde que me inicié como maestra, tuve un trabajo dado en bandeja de plata. Nunca había tenido que ir a buscarlo, jamás había ido a ofrecer mi servicio, siempre me habían buscado.

Contaba ya veintinueve años de trabajo en el mismo lugar, y sesenta y uno de edad. El Director de la Escuela manejaba una fantasía: -Es hora que dejemos que participen las jóvenes. Nuestra labor será convertirnos en consejeros y entregar la estafeta para que ellas sigan la construcción de nuestra Comunidad Educativa –

Sonaba lindo, ahora todo sería menos agobiante, personas jóvenes con nuevos bríos tendrían la responsabilidad ante Instituciones y Familias. Sí, sonaba lindo… Pero la realidad siempre es sorprendente. Ellas tenían otros planes, otras perspectivas y otros intereses.

Antes del tiempo en el que tendría que dejar el cargo ya empezaban a vislumbrarse las diferencias de objetivos. Momentos de tensión.

Así me vi frente a un círculo que estaba por cerrarse. Algo había terminado sin que yo lo eligiera y recordé a Machado y a Serrat diciéndome: Caminante, No hay camino, Se hace camino al andar…

Qué fuerte lo sentí. Había recorrido un largo camino que habían iluminado para mí, y ¿ahora qué?…

Con esta certeza de lo incierto, fui un día a que me lavaran el coche. –Señora, en la salita puede esperar cómodamente.

No imaginaba la luz que encontraría, tomé un periódico que hojee sin siquiera ver la fecha. Se solicita maestra para atender un grupo por medio tiempo. ¿Cómo? ¿Me atrevo a ir? Se iluminó mi camino, ¿encontraría por dónde seguir andando? y me atreví.

Llegué al lugar, entregué los papeles que me avalaban y me presenté con todos mis años. La luz seguía alumbrando. –Eres la primera persona que me presenta un proyecto diferente, dime, cómo lo haces… me dijo la encargada del proyecto pedagógico. Lo demás es irrelevante.

En ese momento descubrí mis fortalezas, y pude empezar una nueva aventura. Confirmé: Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.

Desde entonces no me he detenido y han pasado más de diecinieve años.

La Epifanía llegó e iluminó mi interior.

Mientras haya un hálito de vida, no puedo dejar de caminar. ¿Cómo lo voy haciendo? no sé, ¿hasta cuándo? Tampoco sé. Iré hasta dónde llegue, porque sigo la luz que un día iluminó mi camino.

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