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¿Y eso de Casarse? - Marichoni



“Nada del otro mundo,
después de todo,
eso de casarse…”


Por muchos años, durante la infancia, escuchamos cuentos que terminaban, después de varias vicisitudes: y se casaron y fueron felices… y nos quedamos con esa fantasía que se nos ocurrió aplicarla a nuestra vida: me casé y con ello, ya tengo que ser feliz.


Claro, porque eso de casarse es todo de este mundo y se ha venido repitiendo miles de veces por miles de años.


El matrimonio y por consiguiente, la vida, no es ni magia ni adivinación. Es construcción y elección por amor, es un acto de fe: creo en ti y tienes que creer en mí. En ello se ven involucrados sentimientos, decisiones internas y externas con las que se busca la realización y la complementariedad.


Como la mejor educación es la que ofrece la realidad, esa fantasía se va soltando y se va asumiendo lo que de verdad tiene sentido en el matrimonio y en la vida.


Casarse tiene su encanto, la elección que alguien hace, él a ella y ella a él, se convierte en fuente de seguridad y de alegría y, por supuesto encanta, pero ahí empieza el descubrimiento y se define la elección. Y yo que creía que después de cambiarme el vestido de novia, todo sería extraordinario y de ordinario no pasó… ¿será porque eso de casarse es de este mundo y no de otro?


Dice el dicho: Si quieres saber quién es, vive con él un mes. Cierto, hay que ir más allá de manita sobre manita, de besito tras besito o de algo más.


Cuando se acepta a la persona, se aceptan sus interrogantes, sus deseos, sus pesares y sus memorias, como dice Gilberto Díaz, crítico de cine, y se tienen que contemplar las mil facetas que cada uno tiene.


Si, nada del otro mundo, después de todo, eso de casarse. Resulta infantil creer que todo va a ser color de rosa, como resulta inmaduro salir corriendo, cerrando la puerta tras de uno, a la primera dificultad que aparece en el matrimonio.


Muy pronto se esfuman las cortinas del enamoramiento, muy pronto afloran las incomprensiones, y surge… ¿de veras es esta la persona que elegí?


Lo que yo descubro de él, también lo descubre él de mí, van desapareciendo las máscaras que no usé con la intención del disimulo, pero las usé, se va develando mi verdadero yo, poco a poco, situación a situación.


Y viene la rutina y con ella el cansancio, y ya no hay la misma emoción, hay que atender las minucias de la cotidianidad y empiezan las incomodidades, pero vuelvo a elegir y lo hago con más claridad, y vuelvo a querer y vuelvo a entusiasmarme, ahora con voluntad, ¿hasta cuándo? hasta que yo quiera, hasta que yo elija a esa persona a la que acepto porque siento que me complementa, me promueve y me potencia porque es diferente, porque me elige, me acepta y me reconoce. Este ciclo se puede repetir cuando lo respalda el amor. Si esto falta, hasta allí llegué, hasta allí llegó.


Yo hice una elección en mi vida y la repetí hasta que pude, no me arrepiento y lo volvería a hacer.


Ahora sé que el: se casaron y fueron felices, está en los cuentos y la vida no es cuento, es realidad.


Por casarme con fulanito, sacrifiqué a todos los sutanitos y menganitos de la Tierra, esa es mi decisión, ¿Hasta cuándo? tal vez hasta siempre o, ciertamente no lo sé. Lo que sí sé es que eso de casarse no es nada del otro mundo, porque todo es de este mundo.


Y aunque por muchos años, durante la infancia, escuchamos cuentos que terminaban, después de varias vicisitudes: y se casaron y fueron felices… la madurez me dice que la vida se construye día a día y allí está mi decisión de ser feliz con lo que yo vaya eligiendo… Y se casaron … Allí es donde empieza la vida.


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