Minna va al volante de un Volvo XC90 por la carretera Hemsjövägen, ha dejado atrás el poblado de Svängsta se dirige hacia el Mar Báltico.
La carretera está trazada con precisión milimétrica, a la usanza sueca. Es una línea recta que permite apreciar varios kilómetros hacia adelante, un carril de ida y otro de regreso. A ambos lados el camino se encuentra flanqueado por robles, un bosque espeso se anuncia.
Minna conduce, en dirección al sur, sin ningún vehículo en su campo visual, ni al frente, ni detrás. El camino es sólo suyo. En el sistema de audio se escucha música pop en inglés, el sonido la rodea de manera envolvente, la voz femenina que entona la canción que formó parte de los éxitos de la década previa le recuerda que el amor lo puede todo, que de rodillas puede suplicarse por una oportunidad, aunque el ser amado esté casado con alguien más y nunca te haya buscado.
Ya no pisa el acelerador porque ha puesto el control de velocidad automático, un acierto si se considera que va tan poco concentrada en la tarea de manejar. Sólo quiere alejarse de Svängsta, localidad donde nació hace poco más de dos décadas. Alejarse hasta que el número de habitantes se reduzca de 1,682 a 1,681.
Nació y creció en ese poblado. En ese lugar fue a la escuela primaria, luego a la escuela secundaria donde compartió pupitre con Mathéo. Empezaron a salir juntos, sus padres se conocían y estaban de acuerdo. Cuando Mathéo le propuso matrimonio no hubo sorpresa, aceptó como era esperado.
La boda fue en el jardín de casa de sus padres durante el mes de mayo, ella llevaba el mismo vestido que habían usado su madre y su abuela. Mathéo y Minna se mudaron a una casa de madera pintada de amarillo pálido con detalles en blanco, todas las casas en el barrio se parecían, todas las familias eran iguales, todos los niños lucían sus cabezas rubias y ojos azules.
Cada casa semejante a la otra, como en esta carretera cada árbol es idéntico al otro, en su vida, en su barrio, en esta carretera todo es homogéneo, no hay sobresaltos, siempre ha sabido qué es lo que sigue.
Se esperaba que en dos años se escuchara el llanto de un bebé, pero no lo hubo. Pasaron tres, cuatro y cinco años de espera vana, siguió reinando el silencio. A veces más pesado cuando la nieve caía y amortiguaba los pasos y se dejaban de escuchar los trinos de las aves porque habían decidido migrar hacia al sur.
El motor emite un ronroneo dulce, el volante de piel es suave y responde con obediencia ciega a las indicaciones que el cerebro de Minna dicta a través de sus manos, el mismo tipo de obediencia que se esperaba de ella.
Es una tarde del mes de septiembre, el aire frío traza pinceladas blancas con las nubes sobre el lienzo azul del cielo. Dentro del volvo no se siente que la temperatura ronda los cero grados, el ambiente es tibio, regulado con precisión por el sistema de aire acondicionado.
En el asiento trasero hay una gorra del club de futbol local, Svängsta IF, con su logotipo negro con las letras SIF en amarillo brillante. La vio tantas veces en la cabeza de Mathéo. Todos los fines de semana la usaba cuando se sentaba en el sillón de la sala a ver el partido de futbol, en silencio, con propiedad y decoro suecos. Sin aspavientos, ni gritos, ni celebraciones ruidosas como dicen que los latinoamericanos ven el futbol.
En la cajuela va un bolso de viaje, con apenas lo esencial. Un par de pantalones, un par de blusas, nada más. El suéter marrón que lleva puesto, los guantes que yacen sobre el asiento del copiloto, eso y el par de zapatos que envuelve sus pies.
Por primera vez Minna va al volante del volvo XC90 sin tener cada detalle planeado, con el GPS en silencio, contradictoriamente se diría que nunca había sentido tener el control de su propia vida como conduciendo a lo largo de la carretera Hemsjövägen mientras la noche empieza a caer y a desdibujar los límites en el horizonte azul profundo, casi negro.
Se da cuenta que pronto dejará atrás el bosque eterno, lleno de árboles como espejos, que crecen en sus núcleos una historia circular que se repite a lo largo de los años. Quedará atrás su antigua vida, su antiguo ser, el camino al frente, está lleno de posibilidades infinitas. La nueva Minna nacerá en algún lugar distinto a Svängsta.
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