
El tiempo, la cuarta dimensión, sobre la cual viajamos sin ningún control. Siempre hacia adelante, a razón de sesenta segundos por minuto.
Quisiera poder desdoblar las horas en dos o tres.
Desearía ir sin prisas a caminar por la calle, mirar con detenimiento cada flor, cada ave, cada niño, mujer, anciano. Tomar una taza de café humeante y leer un buen libro.
Desdoblar el otro pliegue donde ando afanosa llenando reportes, contactando clientes, revisando especificaciones hasta el mínimo detalle.
Mientras el tercer doblez anda eso de preparar comidas saludables y novedosas. Decora la casa de Navidad o Halloween con puntualidad y precisión. Lleva el perro a caminar y asiste a cada reunión de la escuela y cada conferencia de orientación.
Pero el tiempo es uno y avanzamos de frente. Envejeciendo desde el primer latido. Haciendo malabares, luchando por mantener el equilibrio.
Con esas tres versiones tejemos un origami de retazos de tiempo, imperfectamente único y hermoso
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