El oficio de ser escritora ¿es acaso un acto de valentía, como lo refiriera Sandra Frid? ¿Un proceso de creación parecido a una gestación como lo reitera Amélie Nothomb? ¿O un “striptease”? Como escuché decir a una poeta sinaloense quien afirmaba que te desnudas, verso a verso, frente a quien lee tus poemas. Personalmente creo que lo verdaderamente grave es que no sólo nos desnudamos a nosotras mismas, sino también a nuestras familias, amigos y pareja, colocando un reflector sobre ellos, sin avisar, ni preguntar.
Tan sólo con el abracadabra de una pluma, transformamos las paredes de nuestras casas, recámaras y baños en materia transparente como el del avión de la mujer maravilla, Ponemos altavoz a nuestros deseos más prohibidos, esos que ni en el anonimato de un confesionario nos atrevemos a revelar.
Y aquí estamos bolígrafo en mano, renunciando a nuestro derecho a guardar silencio sin nuestro abogado presente.
Revelamos lo que hace vibrar nuestra piel, lo que nos revuelve el estómago porque lo encontramos desagradable, mostramos el monstruo que acecha debajo de nuestra cama, ponemos al descubierto el esqueleto que nuestra dulce abuela guardo celosamente en el baúl.
No nos basta exhibir a nuestro amante “secreto”, sino que mostramos su fetiche y publicamos la caricia con que logró hacernos llorar.
Todo porque las palabras se revelan, controlan, exigen salir de tus dedos, amenazan con corroer tu cerebro por dentro y hacer explotar tu corazón si no las dejas salir. En ese trance, subimos al alambre tendido sobre el abismo entre la realidad y las teclas de la computadora, mantenemos el equilibrio ayudadas por la imaginación.
Otras veces las palabras que gritan no son las propias, son de quienes no tienen voz: por marginadas, por olvidadas o porque se las arrancaron junto con la vida. Entonces es necesario alzar la voz escrita, poner en el banquillo al violador, al tirano, al asesino. Evidenciar la trama de los hilos de corrupción y podredumbre que han permeado las estructuras sociales y políticas, dejar de ser testigos mudos y exponer la dolorosa realidad que se vive en nuestros barrios, ciudades y país.
Finalmente, hay ocasiones en que se crea un poema o una historia con el objeto de dejar una breve huella de nuestro paso por la tierra, describir lo doméstico, lo cotidiano, la lucha contra las pilas interminables de trastos sucios o el placer de visitar un mercado sobre ruedas. Compartir nuestras propias experiencias que son las de otras amigas, hermanas de sangre o incluso de mujeres del otro lado del mar.
Tomamos la pluma bajo el riesgo y el deseo de incomodar, confiando en que sea posible promover la justicia, mover a la acción, detonar el cambio, con la esperanza de que algún día “los diccionarios detengan las balas”, nos permitan crear comunidad y nos regalen alas para volar más allá de los límites impuestos.
Feliz Día de las Escritoras 2021
Ilustración: Pintura al óleo "Mujer suiza en pijamas" Gabriele-Münter
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